El sol se reflejaba en la blanca arena. Bajo el cobijo de una sombrilla yacían unas bermudas azules y su portador.
-Mirame, soy muy culto porque me leo el último best seller -señalaba tumbado en la hamaca de la playa.
-¡No me lo puedo creer! -contestó el otro mientras comprobaba a través de sus Rayban Wayfarer estar leyendo el mismo libro-. ¡Mírame a mí!
-¡Por Los pilares de la Tierra qué casualidad!
-Sí. ¿Quién hubiera dicho que coincidiríamos en gustos literarios? Ya sabes -dijo el segundo-, yo sólo leo lo mejor.
-Entonces, como yo -sentenció el primero-. Mis libros de cabecera son El código DaVinci, La sombra del viento... ¿Me entiendes?
-Un día probé a leer alguno de esos libros que guardaba mi abuela, de una de esas colecciones que se hacían antes, y no pasé del primer capítulo. Me resultó imposible. ¡Qué frases tan largas!
-Mi problema no son las frases -dijo todavía en la hamaca el primero-, sino que si la temática no es actual o histórica pero con una perspectiva actual no consigo seguirle el hilo a la historia.
-No, no, pero lo de las frases es lo peor. ¿Dónde se ha visto que un párrafo sólo cuente con un punto?
-Pues sí, tienes razón.
-Por cierto -comenzó otra vez el de las Wayfarer-, ayer fue el cumpleaños de mi sobrino. La cosa es que le regalé un libro que un compañero del trabajo, de estos a los que les va la literatura súper densa, muy raro él, me recomendó. Se llamaba El Principito.
-Ah, me suena -interrumpió.
Sí, bueno. Pues la misma tarde que lo compré -continuó- de camino a casa en el Metro decidí echarle un vistazo. Menuda sarta de tonterías. Desde luego que es para niños, pero aun así resulta ridículo. Me dije, total, ya lo había comprado, pues le daría ese.
-Ya, para qué buscar otro.
-Eso pensé yo. Pero lo más increíble es que mi compañero de trabajo me contó que ese libro no es tanto para niños como para adultos.
-No.
-Sí.
-¿De veras?
-Que sí. Ya te dije que era un tipo raro.
Una tercera sombra se proyectó sobre la arena.
-Un ultraje. En nombre de Alexandre Dumas, Yasunari Kawabata, Oscar Wilde, Camilo José Cela y otros grandes debeis morir -pronunció el recién llegado con una previsible motosierra en mano.
Como el sonido de mil abejas el motor y las cuchillas comenzaron a funcionar. En menos de cinco segundos había dos cabezas cercenadas y una pequeño mar de arena teñido en sangre. Desde el mar se perfilaba un hermosa duna color carmesí. Las Rayban Wayfarer contemplaban la escena completamente intactas, retando al justiciero.
In old days books were written by men of letters and read by the public. Nowadays books are written by the public and read by nobody.
-Oscar Wilde-
grandisima la frase de tito oscar, jajaja
ResponderEliminar